El fortalecimiento del estado nutricional, del sistema de defensas del organismo y la prevención de las enfermedades metabólicas son algunos de los beneficios de una alimentación sana y balanceada. Es decir, aquella que contiene las proteínas, vitaminas, minerales y cantidad de calorías que requiere cada persona de acuerdo con su actividad física, edad y estado fisiológico (embarazo, lactancia).
La baja ingesta de nutrientes esenciales conlleva la desnutrición; mientras que el exceso de alimentos ricos en grasas, harinas y azúcares ocasionan la obesidad y el aumento en los niveles de colesterol y triglicéridos, sustancias que obstruyen las arterias el corazón y los vasos sanguíneos del cerebro. También favorece la aparición de enfermedades metabólicas como la diabetes.
Aquí algunos de los consejos para alimentarse bien:
- Tomar abundantes líquidos, diez a ocho vasos de agua diarios.
- Consumir ensaladas y verduras en el almuerzo y comida.
- Consumir tres o cuatro porciones de fruta al día.
- Consumir en las principales comidas alimentos proteícos como el pescado pollo y queso.
- Prefiera los aceites vegetales a las preparaciones.
- Límite el consumo de grasas sólidas presentes en alimentos como la mantequilla, el tocino y la piel del pollo.
- Reduzca el consumo de postres, tortas y dulces, prefiera los alimentos con poca cantidad de azúcar.
- Disminuya el consumo de productos como el salchichón, tocineta, mortadela, entre otros cárnicos.
- Limite el consumo de alcohol.
- Haga del ejercicio parte de su vida. Camine al menos 30 minutos al día.
- Así tendremos vitalidad para poder predicar la palabra, ya que mientras mas pasado de peso estamos se nos dificulta mas hacer la obra de Dios.
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